Los fármacos contra el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, según el mayor estudio sobre los efectos de este tipo de medicación a largo plazo. Los resultados muestran que solo una minoría de las personas que se medican contra el TDAH desarrollan problemas cardiovasculares. Los autores del estudio, del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), defienden el tratamiento farmacológico contra el TDAH pero abogan por un seguimiento individualizado de los afectados para modificar la medicación en los casos en que sea conveniente.
Los investigadores han analizado datos de las 278.020 personas diagnosticadas de TDAH en Suecia, o a las que se han recetado fármacos contra el TDAH sin estar diagnosticadas, desde el inicio del 2007 hasta el final del 2020. Se ha seguido a los afectados durante una mediana de más de cuatro años, con algunos casos que han llegado hasta los 14 años de seguimiento. Esto ha permitido valorar efectos de la medicación a largo plazo que no se habían podido detectar en ensayos clínicos, que para este tipo de fármacos no ofrecen datos más allá de dos años.
Según los resultados que se presentan hoy en la revista JAMA Psychiatry, las personas que se medican contra el TDAH durante más de tres años tienen un riesgo de desarrollar hipertensión un 72% más alto que las personas que no se medican. También el riesgo de enfermedades arteriales aumenta un 65% con más de tres años de medicación.
Se han analizado datos de casi 300.000 afectados durante 14 años: es el mayor estudio del mundo sobre la cuestión
No se ha detectado un aumento significativo del riesgo de infarto de miocardio, de ictus, ni de insuficiencia cardiaca. Sin embargo, dado que la hipertensión es la causa número uno de mortalidad cardiovascular, y que sus efectos suelen tardar décadas en manifestarse, no puede descartarse que hubiera aflorado un mayor riesgo de infarto o de ictus con un seguimiento a más largo plazo de la población estudiada.
Aun así, solo se han diagnosticado enfermedades cardiovasculares a un 4% de las personas analizadas, lo que indica que la medicación es segura para la gran mayoría de afectados por TDAH.
El mayor riesgo de hipertensión y enfermedades arteriales afecta por igual a hombres y a mujeres, y puede afectar tanto a adultos como a menores de edad, según los datos de los registros suecos.
Se ha detectado un aumento significativo de casos de hipertensión y de enfermedades arteriales
“En el subgrupo de niños y jóvenes, hemos identificado casos de enfermedad cardiovascular entre los 6 y los 24 años de edad”, informa por correo electrónico el epidemiólogo Le Zhang, primer autor de la investigación. Los casos “incluyen hipertensión, arritmias y tromboembolismo”.
El riesgo aumenta de manera progresiva durante los tres primeros años de medicación y después tiende a estabilizarse, sin aumentar ya mucho más. Por lo tanto, si una persona no ha tenido complicaciones en los tres primeros años, es poco probable que las tenga después.
La gran mayoría de personas que se medican contra el TDAH no sufre ningún efecto adverso cardiovascular
Por tipos de medicación, los estimulantes (como el metilfenidato y algunas anfetaminas, que son los más recetados) tienen un riesgo mayor que los no estimulantes (como la atomoxetina o la guanfacina). Cuanta más alta es la dosis, mayor es el aumento de riesgo.
Los tratamientos farmacológicos contra el TDAH tienen una alta eficacia, recuerdan Samuele Cortese y Cristiano Fava, de las universidades de Southampton y de Verona, respectivamente. Según escriben en un artículo de análisis publicado en JAMA Psychiatry, “las personas con TDAH experimentan significativamente menos lesiones físicas no intencionales, accidentes de tráfico, adicciones y actos delictivos, y tienen un mejor funcionamiento académico, durante los períodos en los que toman [la medicación], en comparación con los períodos en los que no la toman”.
Los médicos defienden la medicación: reduce el riesgo de accidentes y adicciones, y mejora el funcionamiento académico
Por ello, los autores del estudio sueco defienden que se continúen utilizando estos fármacos pero que se tome conciencia de sus posibles efectos adversos sobre la salud cardiovascular. “Los médicos deben velar por controlar a los pacientes, particularmente a los que reciben dosis más altas, y evaluar los signos y síntomas de enfermedad cardiovascular durante todo el tratamiento”, afirman en las conclusiones de su investigación.
En los casos en que se detecte un efecto adverso de la medicación, el Grupo Europeo de Directrices de TDAH recomienda evaluar caso por caso el cambio de tratamiento considerando los beneficios y riesgos para cada paciente. Las opciones incluyen reducir la dosis, cambiar de fármaco o interrumpir el tratamiento hasta que se resuelva el problema detectado.